4 sept 2011

Sobre los recortes en educación y sus efectos

Alejandro Torrús, del diario Público, me envía unas preguntas por correo electrónico para sacar algo (no mucho) en la edición de hoy. Las transcribo a continuación, con mis respuestas.


- ¿Unos recursos económicos altos, bien invertidos, repercutirán en una mayor formación de la ciudadanía y por extensión una mejor posición en el mercado laboral común de los trabajadores?

El mundo ha entrado en la economía del conocimiento. Un aspecto de ésta es que la posición de cualquier individuo, colectivo o país, sea en el ámbito nacional o global, depende del conocimiento relativo que posea, es decir, de su cualificación, de su capital humano, que en buena medida procede (aunque no sólo) de la institución escolar.
Por otra parte, un trabajador o un país más cualificados son más capaces de generar nuevos productos y servicios, o de producir lo que ya producían de maner más eficiente, y por lo tanto son potencialmente más ricos en términos económicos (valor) y en términos reales (bienestar).
Por lo tanto, cuantos más recursos, mejor, sí, pero no deja de ser cierto que a) hay otras necesidades y b) se pueden volcar recursos sobre el sistema educativo sin que mejore un ápice. Evidentemente, a) supone una mayor dificultad en tiempos de crisis y escasez de recursos públicos y b) depende de los sistemas de control e incentivos para la profesión docente, de su cultura y compromiso profesionales y de la organización y dirección de los centros.

¿Así como contribuirá a una mayor equidad social?

La equidad social depende de la educación y de más cosas (la organización del mercado, el alcance de los servicios públicos, la regulación de las relaciones laborales, el sistema fiscal...). La educación no es el único determinante de las oportunidade económicas, pero una educación más equitativa tiene una influencia más equitativa. En términos sustantivos, esto significa que la sociedad debe asegurar a todos una educación mínima suficiente (lo que hoy ciframos en algún tipo de educación secundaria superior o, en el peor de los casos, en terminar la educación obligatoria con éxito) e igualdad de oportunidades para lograr llegar más allá de eso.

- ¿Un buen sistema de educación público que forme al ciudadano no repercutirá positivamente en la economia del país por varios motivos, como pueden ser que obtendrán mejor trabajos, pagarán más impuestos y serán menos dependientes de subsidios sociales?

Como he dicho, la educación influye sobre el lugar relativo en la competencia y sobre la capacidad propia de generar empleo. En una economía global, los capitales cren en cada lugar puestos de trabajo acordes con la oferta de éste: cualificados, y por tanto mejor pagados, etc., donde hay trabajadores cualifiados; peor pagados donde no los hay... Cualquier trabajador de un país avanzado compite hoy con los trabajadores de todo el mundo (muchos de los cuales están dispuestos a producir lo mismo por salarios más bajos, sea en su país de origen -deslocalización industrial- o en el de destino -migraciones- y compite asimismo con las máquinas, ordenadores, etc. que podrían realizar total o parcialmente sus tareas. La cualificación es, en todo caso, la mejor defensa en ese contexto, y la única a medio y largo plazo.
Si hay más trabajo, evidentemente, se necesitan menos subsidios y se pagan más impuestos, siempre y cuando los primeros sean menos apetecibles que los salarios y los segundos sean recaudados de manera eficaz.

- Una buena educación no permitirá al individuo ejercer mejor el derecho al voto?
No hay una relación directa, aunque sí indirecta. Creo que el buen ejercicio del derecho al voto depende más de la transparencia del sistema político y de la conciencia cívica. La educación contribuye a ésta, pero hacen falta más condicione para disfrutar de un sistema democrático vigoroso.


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